Saldrías conmigo sabiendo que soy madre soltera

María tenía 52 años y vivía en un pequeño apartamento alquilado en las afueras de la ciudad. Era madre soltera de Sofía, una niña de 6 años, cuyo mundo giraba en torno a los cuentos de hadas y los dibujos que pintaba con crayones desgastados. Pero para María, la realidad era cualquier cosa menos mágica.

Cada mañana, María se levantaba antes del amanecer. Su jornada empezaba preparando el desayuno con lo poco que podía permitirse y dejando lista a Sofía para la escuela. Entre trabajos temporales y noches sin dormir preocupándose por las cuentas, su cuerpo cargaba el peso de un sacrificio inquebrantable.En el barrio, la gente apenas la notaba. Era solo otra mujer más luchando contra las olas de la vida. Nadie veía sus manos agrietadas ni el cansancio en sus ojos. Nadie sabía de las veces que se había saltado comidas para que Sofía no tuviera que hacerlo.

Antes de ser madre, María soñaba con ser diseñadora de moda. Los bocetos que hacía de joven aún estaban guardados en una vieja caja de cartón bajo su cama. Pero esos sueños se habían desvanecido cuando el padre de Sofía la dejó sola al enterarse del embarazo.

A veces, María se preguntaba cómo habría sido su vida si hubiera tenido otra oportunidad. Pero luego miraba a Sofía y recordaba por qué seguía adelante.

 

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